Cuando pensamos en tiburones, solemos imaginar criaturas feroces de películas de acción. Pero en las aguas de España habita un coloso marino que rompe todos los estereotipos: el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus). Esta especie, que puede alcanzar hasta los 10 metros de longitud, visita con frecuencia las costas del norte del país, especialmente en Galicia, Cantabria y el País Vasco. A pesar de su tamaño, es totalmente inofensivo para el ser humano.
Un visitante habitual del Cantábrico
Durante los meses más cálidos, el tiburón peregrino migra en busca de aguas ricas en plancton. En primavera y verano, estas condiciones se dan en el mar Cantábrico, lo que convierte a esta zona en uno de los puntos de observación más interesantes del mundo. Navega lentamente cerca de la superficie con la boca abierta, filtrando miles de litros de agua para alimentarse.
Una apariencia que impone respeto
Con una piel grisácea, boca enorme y aleta dorsal prominente, el tiburón peregrino impresiona a cualquiera que lo vea. Sin embargo, su comportamiento es apacible. No tiene dientes afilados ni mandíbula poderosa: su alimentación se basa exclusivamente en el plancton y pequeños organismos marinos. Su cuerpo está adaptado para recorrer largas distancias con eficiencia, y su presencia en las aguas costeras no representa peligro alguno.
Un estilo de vida solitario
Aunque en ocasiones se les ha visto en grupos, estos tiburones prefieren una vida solitaria. Son migratorios por naturaleza y pueden recorrer miles de kilómetros en un solo año. Su ciclo vital es lento: alcanzan la madurez sexual a los 12-16 años y las hembras paren pocas crías tras una gestación prolongada.
Este ritmo vital los hace especialmente vulnerables a los cambios del entorno y a las actividades humanas.
¿Por qué es famoso el tiburón peregrino en España?
En los últimos años, varios avistamientos de tiburones peregrinos cerca de playas populares han despertado la atención del público y los medios. Videos virales, documentales marinos y estudios científicos han aumentado su fama. Uno de los avistamientos más conocidos tuvo lugar en 2019 frente a la costa de A Coruña, donde un ejemplar de más de 8 metros fue grabado nadando serenamente junto a una embarcación.
Estos encuentros, lejos de provocar alarma, han despertado admiración y curiosidad por una especie que simboliza la biodiversidad del océano Atlántico.
Protección y amenazas
A pesar de su tamaño, el tiburón peregrino se encuentra en una situación delicada. La pesca accidental, la contaminación del mar y el cambio climático son amenazas reales. Está protegido por leyes internacionales y su captura está prohibida en aguas españolas. Sin embargo, la sensibilización del público sigue siendo crucial para su conservación.
Organizaciones ecologistas y científicas promueven campañas para informar sobre la importancia del tiburón peregrino en el equilibrio marino. También se impulsa el ecoturismo responsable, donde se pueden observar estos animales desde la distancia, sin interferir con su comportamiento natural.
Avistamientos responsables
Si tienes la suerte de cruzarte con un tiburón peregrino durante una salida en barco, recuerda que es esencial mantener la distancia. No está permitido nadar junto a ellos ni perseguirlos. Las autoridades costeras recomiendan reportar el avistamiento a las entidades ambientales locales para el seguimiento científico de la especie.
Cada encuentro aporta datos valiosos para conocer mejor sus rutas migratorias y su salud poblacional.
Un símbolo del mar Cantábrico
El tiburón peregrino representa la majestuosidad y fragilidad de la fauna marina española. Su presencia serena y su papel en el ecosistema lo convierten en un verdadero embajador del océano. Observarlo en libertad es una experiencia única que nos conecta con la grandeza del mundo natural.
Mientras algunos aún lo confunden con una amenaza, quienes lo conocen saben que es un tesoro que debemos proteger.