En pleno siglo XXI, una imagen que parecía exclusiva de los documentales del este de Europa empieza a hacerse realidad en la península ibérica: manadas de bisontes europeos (Bison bonasus) recorriendo libremente los parajes españoles. Este animal, considerado el mamífero terrestre más grande de Europa, estuvo extinto en estado salvaje durante décadas, pero gracias a proyectos de conservación, está resurgiendo incluso en tierras españolas.
¿Cómo llegó el bisonte europeo a España?
Originario de regiones boscosas como Polonia, Bielorrusia o los Cárpatos, el bisonte europeo fue reintroducido en España hace poco más de una década. Programas liderados por iniciativas privadas, fundaciones conservacionistas y autoridades locales permitieron traer ejemplares desde países con poblaciones estables.
Hoy en día, ya existen núcleos reproductores en Castilla y León, La Rioja, Asturias y Cantabria. Los primeros resultados han sido tan positivos que incluso se considera su expansión hacia otras regiones.
Características de un herbívoro imponente
El bisonte europeo puede alcanzar los 2 metros de altura y pesar hasta 900 kilos. A pesar de su robustez y musculatura, es un animal tímido, de costumbres tranquilas y gran adaptabilidad a distintos ecosistemas. Su dieta se basa en hierbas, cortezas, ramas y musgos, lo que lo convierte en un herbívoro eficiente, capaz de regenerar praderas y limpiar el sotobosque.
Además, su pisoteo ayuda a mantener el equilibrio de los suelos forestales, lo que lo convierte en un auténtico “ingeniero del ecosistema”.
¿Qué papel juega en la biodiversidad española?
Uno de los argumentos clave para su reintroducción en España ha sido su función ecológica. El bisonte actúa como modelador del paisaje: mantiene los pastizales, evita la proliferación de matorrales y contribuye a la regeneración natural del bosque. Su presencia mejora la salud de los ecosistemas y crea hábitats para otras especies.
El bisonte no sólo es un símbolo de fauna salvaje recuperada, sino una herramienta viva para combatir el abandono rural y el cambio climático.
Bisonte y turismo: una nueva oportunidad rural
La llegada del bisonte europeo ha despertado el interés de amantes de la naturaleza, fotógrafos y ecoturistas. Diversas fincas y reservas naturales organizan visitas para contemplarlos desde miradores o en rutas guiadas. Esta forma de turismo sostenible se ha convertido en un incentivo económico para zonas despobladas.
El ejemplo más exitoso es la reserva de San Cebrián de Mudá (Palencia), donde el bisonte es ya parte de la identidad local y motor de desarrollo rural.
Desafíos en la adaptación
Aunque los resultados han sido alentadores, el camino no está exento de dificultades. La principal es la falta de grandes espacios continuos, ya que el bisonte necesita territorios amplios. También surgen preocupaciones respecto a la interacción con la ganadería extensiva o el impacto en ciertas especies vegetales.
Aun así, los expertos señalan que estos desafíos pueden ser gestionados con planificación, monitoreo científico y participación local.
Un futuro compartido
El bisonte europeo es un superviviente. Tras casi extinguirse por completo en el siglo XX, ha demostrado que con compromiso y visión a largo plazo es posible recuperar especies emblemáticas. España representa ahora un nuevo escenario para su historia: un país mediterráneo que apuesta por restaurar su riqueza natural.
La convivencia entre humanos, ganado y vida salvaje no solo es posible, sino también deseable. El bisonte, más que un recuerdo de tiempos pasados, es una promesa viva de lo que el respeto por la naturaleza puede lograr.
¿Dónde ver bisontes en libertad en España?
Aunque no están del todo en libertad total (ya que sus movimientos están gestionados), sí existen espacios semisalvajes donde es posible observarlos en entornos abiertos. Algunos de los puntos más recomendables incluyen:
- Reserva de San Cebrián de Mudá (Palencia)
- Parque de Valdelugueros (León)
- Reserva de Bisontes de La Garcipollera (Huesca)
- Finca La Serreta (Cuenca)
Estos centros trabajan en colaboración con programas europeos de conservación y cría, y permiten el seguimiento poblacional de la especie.